viernes, 10 de septiembre de 2021

- Ruta de la Mitología Leonesa

 


Track del recorrido.

Info de la ruta.

Atrás dejo Valencia, no sin antes bajar a Alicante y acercarme a Callosa d´en Sarriá, y conocer el paraje natural de las Fuentes del Algar, un sito paradisiaco que os recomiendo conocer. Y para la provincia leonesa me voy, y no voy a tardar mucho, en realizar nuevas rutas, temáticas y de gran belleza también.

Mi primera parada, me acerca al pueblo de Carande, cerquita de Riaño. Para esta ruta, me acompaña uno de mis hermanos, mi cuñaaa granadina y una sobrina. Una ruta corta y temática, entre bosques de ensueño, en el parque regional de la montaña de Riaño y Mampodre, e inaugurada el pasado año. Tal ha sido su acogida, que en lo que va de año, se ha convertido en una de las rutas más visitadas de León.

Por la carretera N-621, que viene de Cistierna en dirección a Riaño, a escasos 4 km antes de llegar, está el desvío al pueblo de Carande. A la entrada del pueblo, hay un amplio aparcamiento donde dejar el vehículo. La ruta no tiene perdida, y me ha parecido un buen lugar, para salir en familia y adentrarse a descubrir los secretos que guarda el bosque. Balizada como senda local SL-LE 7, se comienza por el pueblo, donde hay indicaciones de la dirección a seguir. Dejando a un lado un bar, se prosigue por un camino entre álamos y chopos, que te acercan al inicio de la ruta. Un gran panel informativo de la ruta y el medio natural, por la cual discurre, ilustra a sus visitantes, el recorrido que se van a encontrar. Tomando el camino de la izquierda, que sigue el perfil del monte, con vistas hacia Riaño, sus montañas y el embalse, se hace ameno y casi sin desnivel, el recorrido, con unas vistas muy agradables del entorno. Este camino, conocido como el camino de Valcayo, nos acerca a una collada, que es la puerta hacia las grandes praderas de Valdecolina. En el horizonte destaca la piramidal cima del Espiguete, en la montaña palentina. Un descenso a sus praderas, por donde la senda se va a introducir por una de sus joyas naturales. La senda del hayedo de Valdecolina, se sumerge entre la frondosidad del bosque, un ejemplo de reserva de la fauna cantábrica. Un habitad ideal para los lobos, osos, jabalíes, zorros, venados y corzos entre otros. Bajo el techo de sus bosques mixtos, de hayas, avellanos, acebos, robles, helechos, musgos, setas y una rica y variada flora.

La pequeña y marcada senda, bien guiada nos enseñara la etnografía leonesa, con figuras mitológicas que han perdurado generación tras generación. De hecho, tienen similitudes con la mitología Astur. El hermoso bosque, se entre mezcla con varias especies de árboles, y entre un avellanal, nos sale una figura llamativa, la Vieya del Monte. (La vieja anciana, que recibía a ganaderos y pastores, ofreciéndoles alimentos). Su vasija de madera, agarra los sueños de muchos, monedas que sus visitantes echan, pidiéndola un deseo. No muy lejos de aquí, antes de cruzar el puente que lleva a Riaño, a las faldas del Pico Gilbo, esta su cueva, la cueva, donde puedes dejarla mensajes. Eso, os lo cuento en otro artículo.


Saliendo del aparcamiento, hacia el pueblo.

Entrada a Carande.

Bordeando el bar, con la ruta bien indicada.

Inicio de la misma.

Camino de Valcayo.

Desvío por senda, indicada hacia la colladina de Valdecolina.

Ascenso suave a la colladina.

Vistas hacia el bosque mixto de Valdecolina.

Por donde la ruta, ya senda se adentra por su interior.

Con mi sobri Natt.



Un bosque donde conviven desde robles, avellanos, hayas...

La Vieya del Monte.

Entre sus manos sujeta el cesto, con el que ofrecía los alimentos a los pastores, ahora convertido en el cesto de los deseos de sus visitantes.

La senda sigue ascendiendo, entre los hayedos, para encontrar a uno de sus escurridizos duendes, el Trasgú. (De naturaleza impredecible, lo mismo te da la mano y te ayuda o te persigue, haciendo cualquier trastada). El ascenso nos deja en la collada, en la campa de Pelencinos, un breve descenso, para seguir ascendiendo por camino, por otro bosque de hayedos.

La senda desciende (indicada), para ascender a la campa de Pelencinos.

Por un entorno natural hermoso, que durante el otoño viste sus mejores galas.

Con el Trasgú, tal para cual....

Un ascenso pronunciado, entre la masa forestal.

Con buena sombra y el frescor, que nos invade.

Llegando a la Campa de Pelencinos.

El amplio camino se sumerge, por la densa masa forestal, desde donde una pequeña senda nos lleva a conocer a una xana, la figura de la Mora, la ninfa de las aguas asturleonesa. Las Xanas siempre guardan tesoros, protectora de los ríos y lagos. Como tesoro, os contaré que, en invierno, con las lluvias y nieve, se forma una pequeña laguna a su alrededor, la laguna de los encantos. De regreso al camino, al poco nos encontramos con una de las figuras, que menos gracia te haría, el malévolo Diañe. Llegados arriba, está el mirador de Reñuberu, el ser mitológico de las tormentas del Norte, conocido como Nuberu en Asturias. Desde su mirador hay una amplia panorámica que se tiene del entorno de Riaño, gratificante para la vista y los sentidos.

Desde la campa, se asciende por camino hacia el mirador del Reñuberu.

Una mirada atrás, de la cima piramidal del Espiguete.



Un camino, que se va adentrar por su bosque de Hayas.


Desvío, para ver a la Mora, la ninfa del agua.

Escondida en el interior del hayedo.

En un hermoso bosque.

La Mora.

Entre su tupido bosque...

La pista, sigue ascendiendo hacia el mirador.

Y a su lado, te espera el Diañe...

Panorámica del mirador.

Mirador del Reñuberu.

Dejando atrás el mirador, la pista nos acerca al descenso, que nos dejará en el pueblo de Carande.

Por fin, pensará más de uno, comienza la bajada, hacia el pueblo de Carande, en donde al lado del camino, hay un banco, desde donde observar el pueblo.

Cruzamos una portezuela.

Para ir dejando sus bosques atrás.

Mirador de Carande.

Hacia Carande, por un descenso de pista más pronunciado.

Por Carande.

Su parada de autobús, en el desvío de la carretera que va a Riaño.

Una encantadora ruta, que recupera las costumbres de la mitología leonesa, con paneles informativos en las figuras, y que fueron talladas por el campeón de España de tallas con motosierra, el escultor soriano José Llorente.

 

 

 




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