sábado, 22 de febrero de 2020

- Puentes Medievales de Canencia y Cascada de Rovellanos.


Track de la ruta.
Panel informátivo.
Nuestra siguiente ruta, por la provincia madrileña, nos lleva a las cercanías de su sierra. Un pueblo, escondido, entre frondosos bosques de pinares y abedulares, y de grandes dehesas ganaderas, real sitio de caza en siglos pasados. Canencia es un pueblo ideal para descubrir su pasado y el medio natural que lo bordea. Ubicado en el valle del alto Lozoya, en la sierra norte de Madrid, bajo los pies de su puerto de montaña, el pequeño pueblo medieval perteneció durante un tiempo a la provincia segoviana. Con el cambio territorial, en el siglo XIX, su demografía y extensión, se expandió, hasta nuestros días.

Sumergido, en diferentes masas boscosas, le dan un gran valor añadido ecológico y paisajístico, su abedular, pinares, robles, acebos y chopos, forman parte de su variada biodiversidad forestal. La primera ruta, que vamos a realizar, transita por camino (Vía pecuaria), paralelo al arroyo de Canencia (afluente del Lozoya), por los puentes medievales que llevan a Rascafría. El primero conocido con el nombre del puente de las cadenas, transita por una senda, en las cercanías de un molino restaurado, que salva por su pequeño arco el arroyo. Cruzando el mismo, la senda asciende entre un bosque de robles, por un entorno mas incomodo de andar, entre pequeñas rocas y el agua, que por la misma baja. La senda termina, en una amplia pista, que nos lleva al puente medieval del Canto.
Potro de Herrar, en Canencia.
Por camino, hacia el primero de los puentes.
Carlos, Paula, Dani, Carlos, Diego, ascienden entre la helada mañanera.
Un poste indicativo de la ruta.
El Puente de las Cadenas.
Cruzando el mismo, la senda nos introduce entre su robledal.
Ascendiendo, entre la frondosidad del medio.
La senda, nos lleva al camino, que retrocede ha Canencia, hacia el Puente del Canto.
Puente del Canto, sin cruzarlo, seguimos por su margen izquierdo, por una amplia pista hacia Lozoya.
Del siglo XIV, paso peatonal, de caballerías y ganado, en la ruta hacia Rascafría. Dejamos el mismo a un lado y seguimos por un largo camino, hacia las dehesas y fincas ganaderas. El camino se une a una amplia pista que viene de Lozoya, bordeando el río. Antes de llegar, tomamos otro camino, para conocer el Puente de Matafrailes, que salva el arroyo de canencia, y donde hay una placa con el indicativo del km 21, de la ruta hacia el puente del perdón-el cuadron. No cruzamos el mismo, y retrocedemos, para llegar a la pista que, viene paralelo al rio Lozoya. A la vista tenemos, las cimas nevadas, aun del pico del nevero, y el rio Lozoya más caudaloso, ruge con la fuerza que el agua trae, entre los cortados rocosos, que salva uno de sus imponentes puentes, el del Congosto. De origen medieval, entre los siglos XIV y XV, salva la profunda garganta, del rio Lozoya. Seguimos las aguas del río, hacia el área recreativa de la Hoya Encavera, de variada arboleda y grandes prados, hasta llegar al embalse de la Pinilla.
Por camino, hacia las Dehesas.
Ruta balizada, hacia Lozoya.
Antes, nos desviaremos hacia el Puente de Matafrailes.
Seguimos la pista hacia Lozoya, y la misma la dejamos por un camino, mas serrano paralela a la pista.
Descendemos y contemplamos, los cortados del río Lozoya.
Puente del Congosto.
Puente del Congosto.
Las aguas bravas del río Lozoya.
Un entorno salvaje e imponente.
Rio Lozoya.
Zona de Hoya Encavera.
Vistas al río.
De amplias praderas.
Embalse de la Pinilla.
Retornando a Canencia.
El retorno de manera lineal, nos lleva de nuevo hacia Canencia, antes por el camino nos quedaríamos comiendo, bajo un clima primaveral, mas que invernal. De nuevo en Canencia, nos dividimos, para conocer los saltos de agua y la cascada de Rovellanos, del arroyo de Matallana. A la entrada del pueblo, un camino en dirección opuesta, nos lleva paralelos primero al arroyo del Ortigal. Se puede realizar de manera lineal, siguiendo los hitos, de una pequeña senda, paralela a los arroyos. Nosotros, cruzamos el arroyo por un puente y ascendemos primero por la vertiente contraria, hacia una masa forestal de pinares. A la altura de la pequeña represa del arroyo, descendemos y cruzamos la misma, para enlazar con la senda principal, que viene de Canencia. Esta senda, tiene tramos más incomodos, según vamos progresando hacia la cascada, hay rocas, zarzales, piornales, que complican el ascenso, sin ser difícil. Esta ruta, nos lleva a contemplar, un salto de agua de variados chorros, otro salto mayor y finalmente la cascada de Rovellanos, de mayor altura y envergadura.
Desde Canencia, por camino hacia las Cascada de Rovellanos, no está indicada.
Ascendiendo hacia los Pinares.
Después de cruzar la represa, seguimos por la senda, paralelos al arroyo de Matallana.
Al fondo la Cascada de Rovellanos.
Triple chorro.
Los hitos, guían la enmarañada senda.
El segundo salto.
Cascada de Rovellanos.
A pìes de la cascada.
De regreso, por el margen izquierdo, dejamos a un lado la represa del arroyo.
Canencia al atardecer.
El retorno de manera lineal, nos muestra el paisaje del atardecer sobre sus bosques y el pueblo de Canencia.

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