martes, 25 de noviembre de 2025

- El Otoño por la Senda fluvial del río Manzanares.

 


Track del recorrido.

Info y punto de interés del recorrido.

La recuperación del río.

Hola amigos/as, me encuentro en las cercanías del complejo deportivo Somontes, por la carretera M-605 que se dirige al pueblo del Pardo.

La ruta que llevaré a cabo, y que ya realicé, hace pocos años y también en otoño, es la senda fluvial del río Manzanares. Es una de esas rutas, para relajarse e internarse por una ribera y paisaje, increíble en estas fechas e imprescindible de conocer de la Comunidad de Madrid, además es asequible para tod@s y niñ@s.

Hay lugares que parecen soñados por la tierra antes de ser dibujados por la mano del hombre, y esta senda, entre Somontes y el Pardo, es uno de esos lugares. La Senda fluvial del Manzanares, es un corredor por donde el río avanza y serpentea, como quien no quiere despertar a los árboles, y en cada tramo de su ruta, parece guardar los secretos reales acaecidos durante siglos.

El rio que recuerda, porque caminar por sus sendas y caminos, es entrar en una conversación antigua entre el agua y el bosque, entre sus aves y su fauna, cuyo dialogo se ha ido tejiendo con la paciencia que solo los ríos, los vientos y las piedras tienen.

Este rincón de Madrid, la luminosidad escribe, en su propio idioma, su otoño enciende las hojas con tonos de cobre, para dar paso al invierno, que condensa la claridad, con un frío que parece afilar el aire. Un clima, en constante pulso con el paisaje, hilo conductor que une amaneceres suaves con atardeceres, que arden como brasas cansadas, a la vera de la respiración del monte.

Su senda, cuya tierra contiene el tiempo, despierta los sentidos, a estas horas tempranas y frías. Hace 3 grados bajo cero, por donde la hierba intenta abrirse camino, entre la escarcha helada. El recorrido no tiene perdida alguna, es un ascenso suave por senda o camino, paralelos al río, remontando su curso de aguas, hacia el embalse del Pardo.

Hay varios carteles ilustrativos, que te hablan, aunque no los oigas, de su ribera, aves, peces, fauna, geología, sus aguas y su restauración, que bien merece leer y escuchar sus palabras, no vacías, mas bien enriquecedoras, que te enseñan a observar, a escuchar, la vida que hay por su ribera.

Su geología, es la columna vertebral de su paisaje, de granitos desmenuzados, arenas rojizas, conglomerados que aun guardan el rumor de sus montañas lejanas, un cuerpo pétreo que sostiene encinares, barrancos y terrazas de río. Rincones, de heridas profundas, que el agua se empeña en pulir la erosión, que fue escrita con una caligrafía lenta a lo largo del tiempo.

Un gran puente, me salta a la mirada, que rompe el silencio del paisaje, cuando lo cruza alguno de los trenes de cercanías, en cuyos arcos de piedra la voz resuena con fuerza.

En las cercanías del aparcamiento, el rumor del agua, me acerca a contemplarlo.

Senda fluvial del río Manzanares.

La bruma del río...

Diferentes caminos, pero todos fluyen en la misma dirección.

Con bancos para ver y oír su naturaleza.

Tramos restaurados para recuperar la belleza de su paisaje.

Increíble ahora en Otoño.

De gran atractivo visual.

Un cartel, a su lado, marca la senda fluvial, que te acerca al río, a conocer su ribera o proseguir por el camino principal, donde el paisaje se muestra desde otra perspectiva.

Esta pequeña senda, que recorre un corto tramo de la ribera, te muestra un ecosistema de gran valor ecológico, entre zarzales, hinojos, juncos, eneas, eclipsados por la belleza otoñal de álamos, sauces - a los que les siguen más apartados los olmos, abedules, fresnos, el Acer – Hay arbustos aromáticos y de matorral mediterráneo, desde el torvisco, la retama blanca, la jara pringosa, la lavanda y los bosques que pueblan el monte del pardo, de encinas, alcornoques, enebros…

Se dan encinares y olmedas centenarias, y de gran porte. Sus cristalinas aguas, dan cobijo, alimento y refugio a numerosas especies, algunas reintroducidas y vulnerables, como el Cacho, la Colmilleja, la Bermejuela, la Boga, algunas especies no autóctonas, como el Lucio, el pez Gato y las autóctonas como el Barbo común y el Gobio. Un habitad ideal, para la infinidad de aves, que se dan por la ribera y el monte del pardo, destacando como aves acuáticas y de ribera, a las ánades, garzas, gallinetas, el martín pescador, en un vecindario de melodías sin igual, junto a petirrojos, jilgueros, gorriones, mirlos, carboneros por el arbolado que circunda al río y mas urbano. Sus cielos, pertenecen a las reinas del ecosistema, como el águila imperial, el milano real, el buitre negro y el leonado, el busardo ratonero.  

La pequeña senda que nos ha enseñado, a contemplar brevemente su rica ribera, nos une de nuevo al camino principal, que nos acerca al exterior del núcleo urbano del pueblo del Pardo.

Un pueblo pequeño pero grande en historia, lugar de relax y disfrute durante siglos, de la realeza, donde el monte fue coto real desde la edad media. En el siglo XVIII, se construyo un muro de ladrillo, para evitar que los animales escaparan del monte. Un pueblo, turístico que ofrece a sus visitantes numerosas obras arquitectónicas, destacando el Palacio del Pardo, la Casita del Príncipe, el Palacio de la Quinta del duque de Arco, el convento de las monjas, el cristo de el Pardo, la sala histórica de la guardia real.

El Palacio fue residencia de reyes, también lo fue de Franco y de los jefes de estado extranjeros en sus visitas oficiales.  En la elaboración de algunos tapices del palacio, el gran pintor Francisco de Goya estuvo alojado en la antigua casa de postas. La sala histórica de la guardia real, es un museo que te acerca a conocer la vida, actividad de la guardia real desde que se fundara en 1.504, desde uniformes, vehículos, etc. Perderse por el pueblo, es recorrer un pedacito de nuestra historia y también descubrir su riqueza gastronómica.

La senda, nos vuelve a acercar a su rica ribera, para proseguir entre sus chopos hasta el puente de los Capuchinos, cuya senda nos asciende nuevamente al núcleo urbano.

El puente fue diseñado por Francesco Sabatini, a finales del siglo XVIII. Una estructura que en los años sesenta del siglo XX, se derrumbo parcialmente por una fuerte riada. El puente fue demolido y se construyo uno nuevo, mas ancho, manteniendo el estilo que Sabatini realizo con el puente original.

Su pequeña senda fluvial.

Y sus caminos principales.

Que te acercan a la majestuosidad de la ribera del río.

Camino principal de la ruta de la Senda fluvial del río Manzanares.

Pasarela, que desciende del pueblo a la ribera del río.

Senda fluvial del río Manzanares.

Panel ilustrativo de la senda fluvial.

Una vez cruzado, el puente de los Capuchinos, da inicio la senda de la ribera del río Manzanares.

Aquí da comienzo, el tramo circular de la ruta, ya que se puede ir hacia el embalse del Pardo por ambos lados, bordeando el río Manzanares.

Cruzando el puente de los capuchinos, se prosigue la ruta por una senda, paralela al rio a lo largo de un recorrido increíble y sin palabras, bajo el tapiz de colores otoñales, que le otorga su gran riqueza vegetal de ribera. Entre álamos, sus grandes olmos, fresnos, sauces, un pequeño corredor natural, por donde la senda no solo se recorre, se escucha, se respira y termina quedándose a vivir dentro de nosotros mism@s. Su gran colorido otoñal, cuya luz esculpe el brillo de las hojas, los hongos pintan el suelo de colores humildes y a su vez misteriosos, en donde la naturaleza aun puede hablar con voz propia, convierte este paseo, en una experiencia más emocional y sensorial. Un punto de interés, es el Azud de el Pardo, un remanso del agua, que se ha modificado, para facilitar el paso y remonte de los peces.

Un claro se abre en la senda, con algunas mesas y bancos, que, a modo de área recreativa, invita al descanso, a respirar, a escuchar…Una alambrada separa el monte del pardo de la ribera, por donde es fácil observar algunos de sus ciervos y gamos, entre pastos y encinas.

Su gran estación, donde los ciervos braman con su voz ancestral en su cortejo a las hembras, la Berrea y donde los gamos roncan, en su propio celo otoñal.

La senda desciende, para acercarte a su cercana presa, entre su vegetación más mediterránea, donde también hay bosquetes de pinares, como el pino piñonero.

Inicio de la Senda Fluvial Puente de los Capuchinos - Embalse del Pardo -

Senda Fluvial Puente de los Capuchinos - Embalse del Pardo -


Senda Fluvial Puente de los Capuchinos - Embalse del Pardo -


Senda Fluvial Puente de los Capuchinos - Embalse del Pardo -


Senda Fluvial Puente de los Capuchinos - Embalse del Pardo -


El Azud del Pardo.

Senda Fluvial Puente de los Capuchinos - Embalse del Pardo - 


Punto de interés, para conocer el monte del Pardo y observar con paciencia a sus ciervos y gamos.

Sus Gamos.

Senda Fluvial Puente de los Capuchinos - Embalse del Pardo -

El Embalse del Pardo, el espejo inmóvil de un antiguo valle, fue construido en 1.970, para regular el río Manzanares, controlando posibles riadas e inundaciones.

Aquí termina la ruta, ahora es un desandar, cruzando por la pasarela metálica de Mingorrubio y retornar por la vertiente contraria hacia el puente de los Capuchinos y al aparcamiento de Somontes origen de la ruta.  Un tramo igual de atractivo, que te acerca nuevamente a su ribera, con tramos que invitan a la aventura por su senda mas cerrada, otros al silencio y contemplación por su camino principal, vayas por donde vayas, el paisaje te envuelve de su magia otoñal.

Embalse del Pardo.

Pasarela de Mingorrubio.

Tramo de la Senda Fluvial Embalse del Pardo - Aparcamiento de Somontes.

Senda Fluvial Embalse del Pardo - Aparcamiento de Somontes.


Senda Fluvial Embalse del Pardo - Aparcamiento de Somontes.


Senda Fluvial Embalse del Pardo - Aparcamiento de Somontes.


Senda Fluvial Embalse del Pardo - Aparcamiento de Somontes.


Senda Fluvial Embalse del Pardo - Aparcamiento de Somontes.


Senda Fluvial Embalse del Pardo - Aparcamiento de Somontes.


De nuevo en el Puente de los Capuchinos.

Senda Fluvial Embalse del Pardo - Aparcamiento de Somontes.


Senda Fluvial Embalse del Pardo - Aparcamiento de Somontes.

Una ruta ideal para tod@s, con su propio encanto, por que hay lugares que entran por los ojos…pero se quedan para siempre en el corazón. Imprescindible de conocerla, aunque solo sea una vez, en la vida.

- Mi anterior acercamiento a su senda fluvial, en el 2.020:

- La senda fluvial del río Manzanares y el Embalse del Pardo.

 - Video de la actividad, aquí:

- Senda fluvial del río Manzanares en otoño.


 

 

 

 

 


lunes, 10 de noviembre de 2025

- Los Secretos del Puerto de Cotos, Poza de Sócrates y el Tejo del Barondillo.

 


Track del recorrido.

Cartel Informativo.

Cartel Informativo II.

Los secretos que se esconden por el bosque de Cotos. Esta ruta profundiza y descubre los arroyos que alimentan y dan forma, al río Lozoya o de la Angostura, como se llamaba antes. Entre pozas, cascadas y saltos de agua, entre sus numerosos arroyos, como el de la Majada del Espino, el de Peña Mala, el del hierro, el de la Laguna, el del Toril, el de Cotos, el Guarramillas, el de las Cerradillas, el Valhondillo, forman en su conjunto, el nacimiento del río Lozoya, a lo largo de un bosque sagrado, cuyas aguas se abren al Valle de la Angostura.

Un valle interesante, que os dejo reseñado, aquí:

 - Ruta del Valle de la Angostura.

Y toda esta larga aventura, comienza a 6 km del puerto de cotos, por la carretera que va hacia Rascafría (M-604), en un aparcamiento al lado de la carretera.

Las grandes cumbres que rodean esta magnífica Sierra de Guadarrama, como el circo de Peñalara y la Cuerda Larga, donde nacen una infinidad de arroyos, son los que han moldeado el paisaje y dado forma a los valles. La Sierra de Guadarrama, a la que pertenece el puerto, se erige sobre un basamento de gneises, granitos y cuarcitas paleozoicas, forjadas hace más de 300 millones de años durante la orogenia hercínica.

Los agentes erosivos el hielo, el agua y el vientohan esculpido desde entonces circos glaciares, morrenas, valles en artesa y abruptas crestas que testimonian antiguos glaciares pleistocenos. El cercano macizo de Peñalara, visible desde el mismo Cotos, es el paradigma de este legado: un templo pétreo donde aún se conservan lagunas glaciares de una belleza austera y serena.

El sustrato granítico confiere a los ríos su pureza cristalina, y a los senderos su carácter pétreo y sólido, contrastando con el verde oscuro de los pinares. El clima del Puerto de Cotos es frío y húmedo de montaña, propio del piso oromediterráneo superior. Los inviernos son largos, rigurosos y generosos en nevadas; las temperaturas medias invernales apenas superan los 0 °C, y no es raro que el puerto permanezca cubierto por la nieve entre diciembre y abril. En contraste, los veranos son breves, luminosos y de una frescura reparadora, con máximas que raramente superan los 20 °C. 

El viento es un actor constante: sopla desde el noroeste, limpia el aire y embriaga el ambiente con resina y humedad. Las nieblas ascendentes del valle del Lozoya envuelven a menudo el bosque, creando un ambiente misterioso. 

La humedad constante favorece una biodiversidad exuberante y la persistencia de musgos, líquenes y helechos incluso en los meses más secos. El senderista percibe que aquí el tiempo transcurre más despacio, como si la montaña respirase en ciclos de siglos.

Esta gran ruta circular, que supera los 20 km, nos sumerge en sus secretos naturales. Comienza, con un breve descenso por senda, desde el aparcamiento, hacia la Colada del Camino de las Vueltas. Este camino viene del Puerto de Cotos y prosigue su recorrido, hacia el área recreativa de los Robledos, donde se encuentra el monumento a los agentes forestales.

Desde el aparcamiento, hacia la senda descendente, que nos lleva al Camino de las Vueltas.

Descenso a la Colada del Camino de las Vueltas.

Descenso a la Colada del Camino de las Vueltas.

Camino de la Colada de las Vueltas, RV-1.

Tomamos el camino en dirección ascendente, al Puerto de Cotos, paralelos al río Lozoya. Pequeño y joven, el alma del bosque, que a su paso va labrando, pequeñas pozas y cascadas de transparencia inmaculada, pequeñas joyas escondidas por el bosque. El Pino Silvestre, reina en el paisaje, de gran porte y corteza anaranjada, donde progresan los matorrales rastreros, las retamas, enebros, cervunos, que resisten los climas extremos.

El rumor del agua suena, y una pequeña trocha entre el tapiz de la ribera del río, nos acerca a ver su cascada, la cascada de la Angostura (Lozoya), entre helechos, abedules y sauces.

Seguimos nuestra andadura por el camino, donde hay algunas balizas de las rutas verdes de la sierra de Guadarrama, una de ellas es la RV 1 (Amarilla), que es la ruta que viene de Puerto de Cotos, hasta el Paular y Rascafría, 21 km, ideales para disfrutar del bosque, del sonido del agua y aves, y del valle de la Angostura.

Llegamos a un cruce de caminos, donde abandonaremos la RV 1, para tomar la RV 9 (Azul, Camino del Pingarrón - Las Vueltas), otra ruta verde, que es por donde sigue el camino de las Vueltas.

Cascada de la Angostura.

Colada del Camino de las Vueltas.

Colada del Camino de las Vueltas, uno de sus grandes pinos silvestres.

Es recomendable, tener un mapa-brújula o un GPS, para internarse por los diferentes recorridos, que hay por el entorno natural de Cotos. Hay numerosas rutas balizadas, y caminos/pistas y sendas, no definidas. La ruta circular, que estamos llevando, abarca numerosas rutas y sendas.

Ascendemos, de manera pronunciada, por unas zetas, por la RV-9, tramo del Camino de las Vueltas, al puerto de cotos. El pino silvestre y los helechos, es la flora predominante del paisaje, mientras ascendemos. Por aquí, llegaremos a la carretera de Cotos-Rascafría, la cual atravesaremos, con cuidado, para seguir nuestro recorrido al Puerto.

El camino se vuelve llano, ideal para el esquí de fondo, donde atravesamos el arroyo del Toril y llegar a las cabañas, y descender al abarrotado aparcamiento del Puerto de Cotos.

Subimos hasta arriba del aparcamiento, donde está el cartel ilustrativo de las rutas de senderismo del Puerto de Cotos y del macizo de Peñalara, y donde giraremos, para continuar la ruta azul RV-9, para descender por senda al Refugio del Pingarrón y seguir con esta apasionante aventura, hacia el bosque sagrado, de pozas y cascadas.

Desvío a la RV-9, Camino de las Vueltas.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas al Puerto de Cotos.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas al Puerto de Cotos.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas al Puerto de Cotos.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas al Puerto de Cotos.

Cruzando la carretera Cotos-Rascafría.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas al Puerto de Cotos.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas al Puerto de Cotos.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas al Puerto de Cotos.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas al Puerto de Cotos.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas, La Pradera.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas al Puerto de Cotos.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas al Puerto de Cotos.

Ascenso por la RV-9 Camino de las Vueltas al Puerto de Cotos, Las Cabañas.

Llegando al Puerto de Cotos.

En Cotos, cartel Interpretativo del Macizo de Peñalara y de las rutas de senderismo.

Una senda marcada, con las balizas del RV-9, que nos lleva a las praderas del Pingarrón,
 con vistas a las Guarramillas, y al cercano refugio.

Y nuestra primera parada, con las vistas increíbles, hacia el bosque de Cotos y al Valle de la Angostura. Después de deleitar nuestra vista, con las panorámicas de su entorno, seguimos descendiendo por una senda, más pronunciada al arroyo de las Guarramillas, donde se encuentra una de las joyas de cotos, La Poza de Sócrates.

Una poza, que nada tiene que ver con la filosofía griega, sino con la figura de Sócrates Quintana, nacido en Mieres (Asturias), siendo un apasionado de la pintura, gran atleta y alpinista y uno de los fundadores del Club Alpino Español.

Una hermosa Poza, de aguas cristalinas, allí donde el rumor de sus aguas parece dialogar con el silencio de sus montañas.

Atrás dejamos uno de sus secretos, para seguir descendiendo, paralelos al arroyo de Guarramillas, el cual cruzaremos, entre unas pequeñas rocas, para seguir la ruta a los Tejos milenarios.


Desde el aparcamiento, giramos hacia la senda, de la RV-9, que desciende al Refugio del Pingarrón.

Tramo RV-9 Refugio del Pingarrón.

Tramo RV-9 Refugio del Pingarrón, su roca simbólica.

Tramo RV-9 Refugio del Pingarrón.


Panorámica de la Pradera del Pingarrón.

Refugio del Pingarrón.

La senda que desciende a la Poza de Sócrates, desde el refugio del Pingarrón.

Tramo RV-9 Poza de Sócrates.


Tramo RV-9 Poza de Sócrates - No cruzaremos el puente -

Senda paralela al arroyo de las Guaramillas.

Descenso a la Poza de Sócrates.

Poza de Sócrates.

La Senda paralela al Arroyo de las Guaramillas.

La Senda paralela al Arroyo de las Guaramillas.

La Senda paralela al Arroyo de las Guaramillas.

Cruzando el Arroyo de las Guaramillas.

Pero es aquí, donde realizaremos una pequeña variante, abandonando brevemente la ruta, para descubrir otro de sus secretos, la Cascada de los Tejos.

Debo reconocer, que me ha sorprendido el paraje natural del entorno, a su cascada escondida, y poco conocida. Ascendemos por una senda pedregosa, para acercarnos a un tramo del arroyo de las Guarramillas bastante abrupto, entre cortados de rocas, donde algunos Tejos se encuentran escondidos entre sus roquedos. Atravesamos la Raja de los Tejos, un pequeño cortado estrecho, que se adentra a la cascada. Emocionante este recorrido, que nos enseña otra de sus joyas encondidas, como la cascada vertical y alta del Tejo. Hay que tener precaución, entre sus cortados, evitando asomarse demasiado a la cascada. En estos cursos de agua, se encuentran pozas, pequeños saltos y cascadas que constituyen un gran atractivo. Donde el desnivel es más acusado, y el agua circula por sustrato granítico con canales tallados en roca. El agua pura, en muchos casos helada en invierno, favorece la existencia de especies acuáticas sensibles (anfibios, insectos), lo que añade valor ecológico al entorno.

Ascenso a la Cascada de los Tejos.

Ascenso a la Cascada de los Tejos.

Ascenso a la Cascada de los Tejos.

Los Tejos Milenarios y Centenarios.

Comienzo de la Raja de los Tejos.

Por la Raja de los Tejos.

Cascada de los Tejos.

Retrocedemos y descendemos de nuevo, la senda da paso al camino, con rutas compartidas entre la RV-1 y RV-9 azules, y marcas del PR local. De vez en cuando el pinar nos ofrece algunas panorámicas al circo pétreo de Peñalara. La fauna de mamíferos es también destacada: alrededor de 58 especies de mamíferos han sido inventariadas en el parque. Entre ellas: corzos, jabalíes, tejones, zorros, gatos monteses, nutrias en los cursos de agua, etc. En los ríos y riberas se pueden observar también la Nutria europea (Lutra lutra) y otros pequeños mamíferos ribereños que aprovechan las aguas limpias y oxigenadas.

La variada avifauna, del entorno y del Parque Nacional de Guadarrama, abarca cerca de 148 especies, en diferentes habitad. Destacando, el buitre negro, el águila imperial ibérica, el milano real, el águila calzada, el mirlo acuático, la lavandera, el petirrojo, el herrerillo, el carbonero común, entre muchas especies, que surcan sus cielos y bosques, cuyo cantico, rompe el silencio de sus valles.

La RV-9, que nos ha acompañado un buen tramo de la ruta, la abandonamos, para seguir nuestro caminar con ascensos y descensos por pista forestal. Atravesamos varios arroyos, como el de Peña Mala, el del Hierro, el de la Majada del Espino, entre la inmensidad de sus pinares silvestres.

Hacemos otro desvío, para conocer otro de sus secretos hacia la Angostura, su laguna verde, la del Raso del Baile. Quizás el clima, la vegetación y el sustrato, propio de la laguna, haya favorecido la proliferación de microalgas y bacterias que contienen alto contenido en clorofila, dando su color verdoso.

Por la pista de la RV-9 Tramo de la Laguna del Raso del Baile.

Por la pista de la RV-9 Tramo de la Laguna del Raso del Baile.

Por la pista de la RV-9 Tramo de la Laguna del Raso del Baile.

Dejando la RV-9 atrás, Tramo de la Laguna del Raso del Baile.

Tramo de la Laguna del Raso del Baile.

Tramo de la Laguna del Raso del Baile, hacia Peñalara.

Tramo de la Laguna del Raso del Baile.

Abandonamos brevemente la pista, para descender por senda a la Laguna.

La Laguna del Raso del Baile.

Retrocedemos, para seguir nuestro descenso a los Tejos centenarios y milenarios, algunos de sus viejos árboles, forman uno de los conjuntos arbóreos más viejos de España (Junto a los Tejos milenarios del Parque Natural de la Sierra de Cazorla y las Villas en Jaén), y otro de sus secretos el Tejo del Barondillo o Valhondillo, el árbol más antiguo de la Comunidad de Madrid y de toda la sierra de Guadarrama, con una edad estimada entre los 1500-1800 años.

Los Tejos, arboles coníferos, venerados desde la antigüedad, por diversas culturas, su longevidad, se asocia con la vida y la muerte, para los celtas la inmortalidad, para los cristianos, la vida eterna y resurrección.

Dejamos la cómoda pista, para descender por senda brusca al arroyo de Vahondillo, y conocer sus árboles sagrados, los Tejos Milenarios de la Sierra de Guadarrama y de Cotos, sus Tejos. De gran porte y tamaño, entre un caos de rocas graníticas, que se nos muestran imponentes, por donde se respira esa magia ancestral que los rodea. Aquí nos quedaríamos comiendo, donde las aves, el rumor del agua y el viento, forman una melodía única, en su paraje abrupto.

Tramo de los Tejos Milenarios del arroyo de Valhondillo.

Tramo de los Tejos Milenarios del arroyo de Valhondillo.

Los Tejos Milenarios.

Los Tejos Milenarios.

Tejo del Barondillo.

Tejo del Barondillo.

Los Tejos Milenarios.

Retomamos, el descenso por su abrupta senda, hacia la pista forestal, que nos dejara en las cercanías del puente de la Angostura. Cruzaremos su río, el Lozoya para llegar al camino de las vueltas, por donde ascenderemos y regresaremos al aparcamiento, origen de esta hermosa y secreta ruta.

Descenso por senda a la pista forestal, del Puente de la Angostura.

Descenso por senda a la pista forestal, del Puente de la Angostura.

Descenso por senda a la pista forestal, del Puente de la Angostura.

Descenso por senda a la pista forestal, del Puente de la Angostura.

Descenso por senda a la pista forestal, del Puente de la Angostura.

Pista Forestal

Puente de la Angostura.

Por la pista a la Colada del Camino de las Vueltas.

Colada del Camino de las Vueltas.

Ascenso al aparcamiento.

Caminos y sendas, que nos hablan en poesía, que rompe el silencio, de su atmosfera limpia, de sus aguas cristalinas, de cascadas y pozas, de árboles milenarios, donde convergen, la geología y la vida, pese al rigor climático, llena de ternura vegetal.  Grandes paisajes, por donde se respira la serenidad de tiempos remotos y cuya alma se enriquece, de la vitalidad de su naturaleza exuberante.