domingo, 1 de agosto de 2021

- La Hoz del Tajuña

 


Track del recorrido.

Ahora por tierras de la Alcarria, ponemos rumbo a Renales (Guadalajara), nos vamos adentrar por el Valle del Tajuña, en busca del frescor que se respira por el interior de la Hoz del río Tajuña. La ruta en sí, puede realizarse también desde el pueblo de Abánades. Puede comenzarse en Renales, o seguir por pista de tierra durante 2 km aprx, paralela al arroyo del Sagral hacia los campos de cultivo.

En un cruce de caminos, dejamos el vehículo para comenzar esta ruta. La primera parte de nuestro recorrido transita por camino, hacia el Molino Quemado, de campos de Quejigares, con las Chicharras a pleno pulmón en el recorrido. Hemos empezado nuestra andadura a las 8:30, aprovechando la fresca mañanera, mientras nos acercamos a la Hoz.

Comenzamos nuestra andadura, con las chicharras cantando al unísono.

Por el camino, hacia el Molino quemado.

Descendemos por la pista que se sumerge en la amplia ribera del Tajuña, de álamos y sauces. Para seguir paralelos al río Tajuña, por su amplia vega, cuyo nacimiento está en la fuente del Carro en Clares (Guadalajara), desembocando ya en Titulcia (Madrid), en el río Jarama. Llegamos a los primeros farallones rocosos, por donde prosigue el río, entre sus espacios de gran valor natural y protegidos, por la Red Natura 2000 y zona protegida por el ZEPA, para las aves. Su larga Hoz, alberga numerosas especies rapaces y rupícolas, como las Águilas reales, halcones peregrinos, buitres leonados, alimoches, etc.…. Un río pequeño, con remansos de agua que invita al baño, en un ecosistema ideal para las truchas, barbos y bogas. Un manto verde acuático, cubre sus orillas de junqueras, y mientras caminamos, introduciéndonos por su Hoz. No tardamos mucho en llegar a su conocido molino, el Molino del Cuadrado, que invita al relax por sus alrededores. Aquí termina el camino, y una senda nos asciende, alejándonos del río, hacia la Punta de la Tomellosa. 

Descendemos hacia el río Tajuña.

Con pequeños saltos de agua.

Remanso de vida.

En su amplia vega.

Por donde el río se crece.

Sus primeras paredes, y la puerta a su hoz.

Verticales por momentos.

De densa vegetación.

El Molino del cuadrado.

Cuyas inmediaciones, invitan al baño de sus aguas.

Unas vistas privilegiadas, de la inmensa hoz del Tajuña. Encinares, sabinares y enebros, predomina por las alturas del paisaje, entre sus escarpes pronunciados, donde especies como el gato montés, Garduñas y tejones, han encontrado un habitad ideal. Nuevamente, la senda, vuelve a descender hacia el río, por donde surgen las primeras señales de su traza, con hitos que guían la bajada, para sumergirse por la densa masa forestal de la ribera del Tajuña. Apenas se vislumbra los alrededores, de las paredes pétreas y verticales, que nos rodean. Conocida es su cueva, la de la Raposa, donde alberga 4 especies diferentes de murciélagos. En los pocos claros que hay, vemos a los Buitres sobrevolando la Hoz, apenas notamos el calor de la estación, con una suave brisa recorriendo la senda. Llegamos al Molino de Porcalizas, y por sus alrededores, buscamos un remanso tranquilo del río, para darnos un refrescante baño. Bien nos vino, salir bien frescos del agua, nos hará falta, aquí abandonamos el río, que sigue su recorrido hacia el embalse de la Tajera. 

Ascendiendo por su senda.

Con unas grandes vistas de la Hoz del Tajuña.

Mires donde mires.

Unos hitos, marcan el descenso.

Entre la inmensa masa forestal.

Que nos tapa la visión de la Hoz.

Paralelos al río Tajuña.

Entre su quejigares.

Un claro, nos muestra el perfil rocoso que nos rodea.

Con un buitre, observando desde lo alto.

Molino de Porcalizas, derruido.

De pequeños saltos de agua, luminosos..

Ascendemos por la senda de las Hoyas y comemos desde uno de sus altos, con vistas a la recula del embalse. Seguimos la senda, para desviarnos por el camino de Cifuentes (Que se dirige a Renales). Nosotros dejaremos el camino de Cifuentes más adelante, para proseguir por el camino que toma la dirección al Pedregal, donde tenemos el vehículo, por fortuna sopla el viento por los alrededores, el sol aprieta con ganas y el sensor de la mochila marca entre 44 y 42 grados al sol.

Camino de las Hoyas.

Nuestras vistas comiendo, del embalse de la Tajera.

Ya en el coche, nos acercamos a los campos de lavanda de Brihuega. Unos campos que recorrí en diario, para evitar la gran cantidad de personas que se dan cita los fines de semana, en el mes de Julio, por los campos de Lavanda. Acercarse a Brihuega en el mes de Julio, es recorrer su manto violeta, por sus calles, engalanada de su festividad, por un pueblo con mucha historia y gratificante, para descubrir.


Acercándome, un día cualquiera del mes de Julio, por Brihuega.

Es posible...

Con sus calles engalanadas...

Cuyas casas se visten del color de la Lavanda.

En el amanecer del día...

Sus campos brillan de color.

Por donde la vista se pierde, entre la Lavanda...

Cubierto de su manto violeta...

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